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Mostrando entradas de 2015

La cuerda de la memoria nombra a Camille Claudel

Rueda la rueca del tiempo rueda. Ruedan por encima Rodin ruin arruina tu arte milagro; rubí, tu vida,               rueda. Eres clavel de barro Camille corazón ceniza. Lámpara encendida en una habitación sin puertas, de ventanas cerradas, sin cortinas. Luz, y rueda. La rueca del tiempo rueda. Esperar en los huecos esculpir en yeso al silencio a la hoguera. Volcar el bronce para rellenar la ausencia. Dar volumen a la mirada y al abismo. Crepita el misterio de lo injusto. Eres la llama que habita en un pozo negro y húmedo. Rueda la rueca del tiempo rueda. Rueda por encima tu madre rabiosa, rueda. Y eres clavel de barro bajo su pisada bermellón enclaustrado. Claudel, clavel en estambre. Camille, deshacer en tierra a Camille. Camille desaparecida. Una sucesión de mujeres tiran aguantan la cuerda y tus manos son lámpara que ilumina el contorno de la carne. Una poeta escribe el balcón de tu casa abierto claveles lozanos calentar tu corazón de invierno vaciar los moldes y tocar piedra. Una cu

Quince años después, la niña bonita

Me encantaría que mi padre muerto me despertara en un youtube, que me contara qué tal se vive sin ropa, sin hambre, sin desempleo, sin stress; que me contara cómo es la sociedad igualitaria de los ya fallecidos; que me dijera qué echa de menos y cuáles son sus nuevos gozos. Me encantaría que mi padre muerto me despertara en un youtube y me diera instrucciones para arreglar los pinchazos de la vida (esta vez prometo prestar atención o darle más veces al play). Ya aprendí, padre, que no vivimos toda la vida, que ya no podré ver a Javier Krahe en el Clamores, que la vida sigue y nunca sabemos cuándo y quiénes nos quedaremos fuera. Que en un vimeo mi padre me volviera a enseñar a defenderme sola: de las navajas de la calle, de los cuchillos silenciosos del trabajo, a defenderme de las palabras ácidas, las miradas corrosivas y los abandonos. Un padre muerto en el ipad del sueño, galopando padre, sobre la yegua de la vida, un muerto que me hable en tutoriales d

Sobre la tormenta y la fabricante de palabras

Tiembla el amor cuando se quiere empezar desde cero. Tiembla la poeta y el rayo. Se abre la tierra y entra el humor de lo más negro. Arde el palo santo. Se precipita el aguacero cuando una consonante tiembla. La domadora de caracoles pelirroja se ha ido. Llueve sobre el papel en blanco. ¿Por dónde se comienza cuando se tiende a cero? Sin duda, el principio es la tormenta luego  canta el silencio después del trueno, es decir,  se escucha con el cuerpo al desnudo el nacimiento del sonido vocal.

El ojo de Van Gogh

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Como clara de huevo y yema así, roto y al aire libre es el ojo de Van Gogh.  Azotado por el viento  en la llanura del cereal con los bolsillos vacíos y el trazo agitado así es Vincent, tan expresionista. El impulso rompe la reja del sanatorio que no sana y llora el ojo tras el rayo. Su árbol de verdes y amarillos es carbón y ahora muerte.  Llora el ojo de Van Gogh tras la ventana y yo  observando la herida en  la corteza   recojo su pupila de agua. Van Gogh. Asylum 1889

La falta en la Presentación Oficial de La Luna y otros Espejos en el Bogui Jazz

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Los procesos suelen ser largos, y cuánto más caminamos el resultado luego es más bello. La Luna y otros espejos ha ido creciendo con su propio ciclo. El talento y la tenacidad de Cristina Mora han logrado un resultado afrutado como el de los mejores vinos, de éstos que permanecen en boca y quieres más. El público entregado llenó la sala y la energía brilló desde el centro hasta el más pequeño rincón de una de las salas de jazz más cuidadas en la capital de este reino. Cristina radiante, muy bien acompañada por Ander García al contrabajo, Ariel Bringuez al saxo, Marcos Collado a la guitarra, y un entrañable batería cubano maravilloso, de quien no recuerdo su nombre por puro original que era (lo buscaré) hipnotizaron al público. En un momento del segundo pase, tuve la buena fortuna de ser invitada a recitar uno de mis poemas: La falta (Poema que fue seleccionado para el Premio Voces Nuevas de la Editorial Torremozas en 2013). El paisaje sonoro que crearon entre todos fu

Ven, hoy te lo diré

Para unos ojos  que sepan leer con las manos un corazón oscuro que se abre como una nuez. Para los oídos  que escuchan el latido  de apertura. Para unos pulmones que me acompañen al respirar al  c          a            e              r al levantarme al despertar. Para unas manos  que hagan de cuenco cuando tengo sed de una brizna de hierba y un lápiz. Para una sonrisa que contenga y expanda las letras del mensaje de la lluvia. En definitiva, escribo  para absorber metáforas   al releer.

Una tirada de la máquina de lanzar palabras

No me escribes en mayo, y la vida anda muda.  Me niego a la ceguera. No me escribes y en el sueño me invaden muertos, y los dientes se me caen irremediablemente, y mis muelas, mis dulces muelas, se rompen y suplico, una y otra vez,  que el sueño sólo sea sueño, y que si no me escribes, no me importa, pero que no caigan, que las encías y las raíces se queden en mi boca. Lloro  por mi muerte,  por la muerte de mis palabras  en la lengua, en tus labios, en mis manos. Silencio sin saliva. Dientes de leche, blanco sin sangre, sin sol, sin verano, a chorros. El arco iris en mi boca, en mis ojos de arroz, en la mañana, en la ventana en el camino hacia donde va mi corazón y tu corazón. No me muerdas en verde,  desde el embrión no me escribas ¿quién quiere prolongar una espera hacia lo oscuro? ¿quién quiere romper los puentes y pisar las miosotis de mi mesilla? ¿quién quiere ser querido si no hay letras para bordear esta herida, si ya no crujen las sílabas de

It´s raining cats & dogs

Llueven alfabetos que persiguen lentos las huellas de los animales. Llueven idiomas que me susurran del ojo el color de la palabra, y yo serena y silvestre de tanta nube me detengo en la esquina de esta casa rota. Llueven alfabetos y desaparecen los trazos del temor a lo incierto. El alfabeto de las olas escribe el nombre de las plantas en círculos enhebrados con la baba balbuceante del caracol. Mis mejillas rellenas de violetas son ojo del perfume y el desafío como el relámpago sobre el campanario y llega la tormenta de luz en la bruma. En este alfabeto de hielo que rompe el hueso de la muerte oscura suenan las campanas para espantar a  la tempestad de las letras. Y yo serena en esta esquina silvestre de tanta nube. Abril, 2015

Una montaña de pétalos

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Me dejaste una montaña de pétalos para que te reescribiera de nuevo el latido. Imagen obra de Pina Bausch. Texto Vera Moreno

Hoy ya es casi mañana

En el día de mañana escribir desde las branquias será fácil. Beber del barro, comer el jugo del plástico será fácil. En el día de mañana lo difícil será que la luz nazca de los almendros en flor que los niños jueguen juntos en la calle que los libros se lean con calma que no sean pasta de papel será difícil, muy difícil. En el día de mañana la incertidumbre estará garantizada la pobreza será una taza de café vacía cada mañana. Un plato de cocido sin garbanzos, unas lentejas sin olla, solo piedras. Y muchas bocas, tantas bocas cada mañana. Vendrán  los mosquitos, las cucarachas, la medicina seguirá portando dolor. Vendrán días de lágrimas sin abrazos el calor será un recuerdo. Anoche el candil me mostró el mundo hoy solo queda romper la cuerda para que el sinsentido muera desolado en el día de mañana.

Nunca cantan las hormigas dentro o fuera del hormiguero

Esas malditas hormigas negras decididas a saquear la marmita. Estas malditas hormigas que sin pausa fagocitan el sol y esconden sus tesoros en hilera. Estas diminutas malditas hormigas tan negras, tan hacendosas, tan ora et labora, tan monotemáticas, tan ahorradoras para el robo sistemático de migajas y botines. Tan hormigas. Duermen de noche y patita a patita caminan a por su comidita y patita a patita se llevan todo a su casita. Tan malditas. Algún día las cigarras demostrarán que todo ha sido mala prensa.

En el día del padre, y del espíritu santo

Yo no sé lo que es tener un padre de 60 años. Pero sí he sido afortunada y he sufrido junto a él cuando cumplió los 33. Una gitana le dijo que moriría joven y su tormento era mi angustia infantil: a los 33 murió Jesucristo, ¿seré yo igual que él? glups!! Cuántas noches rezando para que no se muriera. Es probable que mis lágrimas le sostuvieran alegre y feliz hasta los 52, gracias a no sé qué circuito invisible por el cual los hijos redimimos a nuestros padres y madres. Fue un hombre muy querido por todos, tanto que cuando llegamos al cementerio pensé que había una inoportuna y extraña manifestación en la puerta, tanto que hubo que pedir un coche extra para que le pudieran llevar todas las flores, tanto que mi abuela, su madre, Doña Max, decidió ir tras él. Su eternidad perdura por encima y por delante de los 15 años que llevamos de su ausencia. Tenía carisma mi viejo, aunque se fue joven. Tenía un don especial, transformaba la tristeza en una broma surrealista y disparatada,

Writing in a fridge

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Entré en la nevera buscando un poco de leche y me quedé a vivir. Hace frío entre las acelgas y ese adentro que soy yo misma. En la bandeja de arriba se me queda seca la garganta. Miro los huevos caducados en lo alto de la puerta no estoy segura en este frigorífico siempre hace tanto frío. Mis versos estalactita congelan el latido y el horizonte, ¿cuál es el horizonte dentro del cajón de las verduras? Aquí no hay piedras para medir el peso de la duda y la fuerza inexacta de la gravedad de un poema. Tal vez haga frío, aquí adentro dentro de mis costillas, junto a la fiambrera del queso en lonchas sin lactosa. El brócoli de mi coño amarillea en marzo  como una mimosa. Y la duda es luz ¿Quién abrirá la puerta? Callad al motor nevera que me dicta ad infinitum que habito en el país equivocado. Marzo, 2015. Imagen Antonio López. 1966. Nevera de hielo.

Cuando el río ya sólo es puente

Quiero que tu lado sea mi lado le dije al árbol. Que tus brotes de almendro me sorprendan cantando que tus ramas, mis abrazos. Mis ancestros, tus raíces, tus frutos, mis criaturas perfumadas. Estoy cruzando el puente quédate en tu lado, árbol. Que el puente sea el mismo puente que la plaza amanezca vestida de blanco. Que tus pétalos sean mi risa. No puedo más, cruzo en ámbar todos los semáforos. Quédate, estoy cruzando. Quiero dormir y vivir en esa orilla. Que tu lado sea nuestro lado.

A un ordenador amnésico

Te lo diré con ceros y unos, por binario y número primo. Por el número PI te lo suplico, por favor, por favor, recuerda el archivo  de la última versión de mi poemario sobre el olvido.

Desgarro

Un poema se desvaneció por miedo a descubrir la envergadura de sus alas.

Viernes 13 de febrero. Mujeres al borde

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Antonio Benicio nos ha convocado a 5 mujeres poetas que combinamos la garra con nuestro amor por la belleza; la materia y lo invisible. Viernes 13 a las 19.00 en la Tragona, junto a la Plaza Mayor de la capital del reino. Si quieres vivir la intensidad y la sutileza, no lo dudes, tienes una cita el viernes 13 de febrero en La Tragona.

Furia

(Poema olvidado. Rescatado del ipad) Llevar el centro de la tierra en el pecho arder por dentro disparando astillas. Apartad a los niños para no abrasarlos. Soltar bombas con lengua ser lluvia ácida degradar la injusticia. Proteged a los árboles por amor a su corteza. Cortar con el sable afilado la mentira, la traición y dejad como un filete de ternera al corazón                   sin espinas. Apagar la tele para que se escuche el grito y rotemos sobre la tierra y llegue ya la era de acuario. Cuidad con las manos la educación, la salud. Maldecir, blasfemar contra los aniversarios de guerras impronunciables para enterrarlos en un pozo hondo, muy hondo. Tan negro. Echad arena, mucha arena. Ser dragona y arrasar el mal (punto). Desollar la corrupción (punto). Herir hasta el silencio a los ignorantes, sin vacilar. (Punto final). Mecerse bajo el abrazo temblando.                  Amar. Saliva roja con saliva azul herida sobre herida. Respiran las

Antonio Gamoneda

Ha venido tu lengua; está en mi boca como una fruta en la melancolía. Ten piedad en mi boca: liba, lame, amor mío, la sombra. 

Menú del día

Lengua de cerdo Lenguas viperinas Lengua do inferno. Dicen las malas lenguas que el mercado lo regulariza todo. Mentira. Lengua de cerdo Lenguas viperinas Lengua do inferno. Dicen los deslenguados que la tele es una mierda. Verdade. Sin pelos en la lengua digo  que estos dirigentes tragan caviar beluga como cerdos. Ascazo. Con lenguitas bífidas  nos recorren húmedos  el bolsillo y la factura de la luz. Ladrones. Lengua de cerdo Lenguas viperinas Lengua do inferno. Pero no. Que no nos toquen  el corazón, la salud. Pero no. Que no nos toquen el intelecto, la educación.  Pero no. Que no nos abrasen el talento, la cultura.  Pero no. Que no nos repriman en la calle, en los centros autogestionados, la libertad. Je ne sui pas Charlie Hebo y merezco un país que me proteja, y me dignifique no que nos aplaste. Por el momento, hoy comemos lengua de cerdo Lenguas viperinas Lengua do inferno.  Usted elija.

Bailaora

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Atornillen a esta mujer a la tierra, atorníllenla. Atorníllenla, que ya no sabe  ni donde se encuentra su propio pico de pájaro salvaje. Atorníllenla.  Atornillar las plumas para desvanecer el falso vuelo. Los tornillos caídos de su corazón deshecho. Atornillen y engrasen a ese cuerpo que ya no sabe cómo giran sus crestas ilíacas. Dar aceite, engrasar con aceituna al espejo doble para que se vea. Se mire y vea. Atornillen sus rodillas para que acepte lo inaudito Atornillen sus pies para sostener tanto desequilibrio. Devolver las arandelas robadas a esta mujer sin destornillador, pero con martillo.  No pasarse de rosca. Aunque no lo parezca, aunque la descomposición del alma dicte  la llegada del abismo irreversible esta mujer, en esta cama deshecha,  entre estas paredes del desahucio, en este barrio que se olvidó de su gen obrero en esta ciudad policiaca  en este centro descentrado y capital en esta injusticia sin cerebro  esta muj

Miedo ancestral

El pequeño animalito que duerme a mi lado  no respira,  no se le siente. Sufro al lado de su espalda toco su lomo y sin saber cómo, rezo. En un instante mortal y eterno busco sin encontrar un santo, una diosa que me devuelva su nariz de hollín su pulmón de alquitrán. Ajusto mi mano sobre su pecho peludo, de jabalí doméstico,  friolento. Toco su pezón izquierdo,  de margaritas pulso el interruptor deseando ese ruido carbonatado de exfumador arrepentido. Pulso 1,2,3 1,2,3, aprieto su cuerpo contra el mío para dar calor a este corato salvaje de sangre turbia y sonrisa cereza. Te despiertas y me preguntas por no sé qué ruido mi sonrisa masculla un no sé mientras doy gracias a la vida por traerte de nuevo.