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Mostrando entradas de noviembre, 2010

En el leve espacio de un coche

Te oigo todos los días. Dices que vives solo y cuentas al parabrisas: ayer, otra vez, me cabreé conmigo mismo . Sigue cantando y relájate. Tu volante.

Imagino que hay ascensor

Deseo que al abrir la puerta del portal esté el ascensor, ruedo el carrito con la compra a rebosar y me encuentro con los mismos peldaños de ayer. Inspiro y veo a mi madre, a mi abuela yendo a por agua a la fuente, tiro del carro, y esta vez, siento perfectamente de qué carro se trata. Sigo subiendo hasta el siguiente rellano, si tuviera el suficiente dinero no viviría en un cuarto sin ascensor me digo, en seguida, contrarreplico: las determinaciones tienen un precio y el coste a pagar son 128 escaleras de subida y 128 de bajada, la mejor contratación de internet que podrías imaginar, tira. Busco una salida por el hueco de la ventana, el sol me deslumbra y atisbo los árboles del patio interior: delicias del Madrid de los tejados en cuesta, árboles escondidos tras edificios espigados. No, no me olvido: si intento espirar en los momentos de máximo esfuerzo será más fácil, hay que programar al cuerpo para que se relaje en los momentos de máxima tensión. Dani m

Fuges de mim

Palabra huyes de mí cuando más te necesito. Mis pies caminan en dirección contraria a mis instintos. Son las doce y media en el reloj de Sol, la figura hierática me dibuja la decisión de permanecer, hace frío. Palabra te encallas cuando te reclamo. Mis pasos lentos se frenan, mis manos abiertas no son capaces de entregar un sí, de acariciar un ahora sí . Sigo caminando en dirección opuesta. Siento el freno y no vienes en mi ayuda, desapareces palabra. Balbuceo y dudo sobre qué dirección tomar. Niego el valor del momento, apuesto sin querer por las rutinas de los días iguales. No tomar decisiones es decidir. Veo una sombra en el suelo, es mi corazón en negativo, se abre un agujero, alguien tira un cigarro y tapona la oquedad. Cenizas de un misterio sin resolver. Palabra fugaz te fuiste sin enhebrar mis labios con los suyos.

Están secas las hojas

Cuéntame los cuentos más largos esta noche. Susúrrame el movimiento de las hojas de otoño cuando suben las escaleras de la salida del metro. Cuando el viento azota la cara fría y dicen que hay que seguir avanzando. Cántame la nana más larga ahora y siempre. Deja que el olor penetrante de las natillas recién hechas de madre me inunden bajo el calor de las mantas, invítame a levantarme de esta cama pesada de hojas secas. Lávame las manos que se me caen todas las certezas. Recuérdame donde está cada tecla en mi piano, rásgame esta melodía caída en el alféizar de todas mis ventanas. Límpiame el horizonte que me siento ciega. Limpia los cristales turbios de estos tiempos que no acaban. El largo viaje hacia la noche es un cuento que me desgarra. Dile a padre que no me abandone, que me cuente una y otra vez los misterios ocultos de la vida, que me descubra la belleza del sol y del frío, que me ate a la tierra, que me enrede en este río, que me temple en las noches de invierno aunque el

Hay fuegos

La canción de Guadalupe Urbina Hay gente siempre la he combinado con el texto de Galeano El Mundo, son para mí una asociación de ida y vuelta. Me apetece compartir el cocktail con todos los que me leen y dedicar este combinado literario musical a la persona que me acercó de nuevo las palabras de Galeano. EL MUNDO Un hombre del pueblo de Neguá; en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. El mundo es eso -reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien