Bailaora

Atornillen a esta mujer a la tierra, atorníllenla.
Atorníllenla, que ya no sabe 
ni donde se encuentra su propio pico de pájaro salvaje.
Atorníllenla. 
Atornillar las plumas para desvanecer el falso vuelo.

Los tornillos caídos de su corazón deshecho.
Atornillen y engrasen a ese cuerpo
que ya no sabe cómo giran sus crestas ilíacas.
Dar aceite, engrasar con aceituna al espejo doble
para que se vea. Se mire y vea.

Atornillen sus rodillas para que acepte lo inaudito
Atornillen sus pies para sostener tanto desequilibrio.
Devolver las arandelas robadas a esta mujer
sin destornillador, pero con martillo. 

No pasarse de rosca.
Aunque no lo parezca,
aunque la descomposición del alma dicte 
la llegada del abismo irreversible
esta mujer, en esta cama deshecha, 
entre estas paredes del desahucio,
en este barrio que se olvidó de su gen obrero
en esta ciudad policiaca 
en este centro descentrado y capital
en esta injusticia sin cerebro 
esta mujer es una maquinaria perfecta
para lograr que la vida sí tenga sentido
y nos ofrezca el alimento que buscamos.
El arte.

Hambre desesperada
con el estómago repleto
de tornillos perdidos, cristales rotos y sangre oscura. 

Será el destornillador, sin permiso, 
quien recomponga el corazón y las alas
para poner fin al triunfo de los miserables. 

Vera Moreno. Enero 2015



Dedicado a Mercedes Moreno. Bailaora.

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