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Mostrando entradas de marzo, 2009

Jugando con la madeja del tiempo

Es de noche y Penélope deshace los hilos del día semanas de urdimbres tejidas con impaciente espera. Las lanas van y vienen los brazos oscilan de un lado al otro mi hermano y yo mirándonos con ojos monótonos los brazos extendidos expuestos a los dictados de la madeja derecha izquierda izquierda derecha tum tum pared contra pared y al fondo, la chimenea. En un ir y venir nocturno de lanas la mano ágil de mi abuela para el juego del tentetieso el ovillo está hecho. Ya está niños, es suficiente por hoy. Penélope en cambio trajina sin descanso. Sus noches de telarañas consumen la vela de la esperanza su corazón es más intenso. Saltan chispas de los sarmientos encendidos miro por el hueco negro de la chimenea y en lo alto, el universo. Todos los deseos alumbran la noche. Creo en la magia. Salgo al jardín estrellado y oscuro. Escucho las voces nocturnas de Penélope: Déjame que te quite las telarañas amor Esas marañas de silencios y distancia que nos enredan Ven Quítame los velos de rencor y

Encuentro de Caperucita en Urbangarten

Hágamos el amor con las gafas puestas para olernos mejor le dijo Caperucita al lobo. Soltemos al duende y que nos recorra el cuerpo para sentirnos mejor respondió Feroz.

Los cerezos vuelven a vestirse de novias

Ha pasado un gran barbecho desde que escribí mi primer texto. Afortunadamente, ya sé poner acentos y las eñes desde mi Mackie, con todo se me dan mejor las plantas que los ordenadores. Las pantallas blancas, tan monas ellas, detectan la adrenalina, porque dejan de funcionar, pero no tengo tan claro que perciban los afectos: llantos, ansiedades, suspiros, lamentos y sonrisas. Son capaces de podar ilusiones, quieres comunicarte con una gran amiga que vive en Portugal, mostrar tus conocimientos adquiridos en portugués, y zas! no se conecta. sin embargo, lo que quería compartir son los millones de estornudos con los que todos festejamos la llegada en batallón de las flores, todos los árboles redoblan colores, cantan en las mañanas y refrescan en las noches. Aún teniendo que dar saltos por un asfalto que no termina de allanarse, las aceras en Bravo Murillo son un auténtico anticlimax, pues bueno, miramos a los árboles y disfrutamos de otras vibraciones, todas juntas a la vez. Los zapatos de