Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2010

Benthe en navidad

Imagen
Fotografía de Minako Tasaki http://www.flickr.com/photos/minako375/ Tengo dos ojos uno alegre y otro triste, daltónica en sentimientos, con la alegría de vivir y la tristeza de las corrientes que se lo llevan todo: todo, menos la nube negra de un cromosoma partido. Juego en la bañera de agua caliente, espuma y vapor. Dibujo absorta xx, xy, trazos grandes y pequeños, borro su geografía precisa del vaho de la ventana, sumerjo mis pies grandes, mis manos hábiles bajo la espuma. Me falta el aire, Benthe de algodón y sueño. Desearía meterme en una lavadora, tú y yo y nacer de nuevo. Tengo un ojo triste y el otro alegre, daltónica en el amor, cocinera frustada en la creación. Busco el hilo que te recuerde el reloj, la frontera, la salida. Palpo la palabra, beso el bocado que te despierte del sueño de algodón, y que provoque a tu piel de mantequilla a estirar y encoger la sábana que te cobija. Remuevo la espuma, recuerdo las velas del templo, la luz de la fe que me devolv

No había ningún radiador en la casa

Ahora que se acerca la navidad me apetece compartir este relato de invierno, que algunos ya conocéreis. Feliz navidad, feliz calor en casa, porque en invierno también se ama. Desde Madrid presento: No había ningún radiador en la casa. Recibió un sobre con las llaves de la casa, acababa de entrar el invierno y había nevado. Decidió prescindir de equipaje e inaugurar su nuevo hogar. Cuando llegó, observó estremecida que no había ningún radiador en la casa. Fue al coche y trajo una manta de viaje. Sobre el colchón frío de la habitación glaciar le pesaba su decisión impulsiva. En su afán por vencer a las bajas temperaturas se puso las manoplas de calcetines y éstos de guantes con el fin de favorecer la circulación de la sangre. No dio resultado. Abandonó la habitación iglú y se fue al salón nevera. Miraba la chimenea vacía, sin troncos, sin fuego. Cual indio arapahoe, decidió ponerse a saltar en círculo en torno a la mesa desnuda; sin flores, sin cena. El movimiento le hacía sen

Burro de Barro

Platero es pequeño, como si fuera de algodón y sus ojos de azabache parecen verlo todo. Tus manos de alfarera se hunden en el barro. Del torno surgen mil botijos que contendrán agua siempre fresca. De tus manos, en la siesta, surgirá el burro de barro, el capricho. Moldeas con precisión su cabeza, sus orejas. Tu sabiduría artesana te permite triunfar con esas patas de aspecto fuerte y fragilidad de barro. Agua, manos, burro. Cambiaría mil Barbies por tener entre mis manos tan sólo uno de tus burros. Como los sombreros de Úrculo, como sus maletas y sus viajeros, tus barros de animal son marcas de autora. Yo ya no sé montar en burro. En los pueblos vivían. Recuerdo en burro a un tío que nunca llegué a conocer, nunca llegué a hablar con él, porque el tío Federico siempre se iba en burro al campo, había tanto por hacer. En los pueblos, ¿viven ya los burros?, ¿cómo era esa expresión ... vaca-burra, no? No sé ni cuándo, cómo o por qué se emplea, pero me suena, y n

Leyendas urbanas

Alguien me dijo que iban a empezar a desmantelar todas las cabinas urbanas por obsoletas, me consta que la compañía telefónica ha intentado mantenerlas como mobiliario urbano y fuente de ingresos, pero la falta de monetario es el martirio de todo gestor idealista. Ahora no sé si realmente hay cabinas o no en nuestras aceras, prestaré más atención en mis salidas nocturnas. ¿Qué será de Londres sin sus red boxes? Haciendo repaso del tiempo y de mi blog, en la época de las uvas y las serpentinas, quiero rescatar una entrada que empieza a ser ya histórica de mi urbangarten, en el sentido de que probablemente este año y el que viene la escribiría diferente, con ustedes: en el fondo del mar, la ciudad. En el fondo del mar de la ciudad están brillantes y sin embargo, pasan inadvertidos. Los transeúntes no los echan de menos, éstos oscilan con sus piernitas veloces y miran las agujas del reloj. Es probable que los niños no reparen en ellos, ni entiendan su utilidad. Podría ser ..

A Christmas gift

Imagen
Fotografía de Minako Tasaki He visto rodar a mi corazón como una rueda ¿será de madera este corazón mío? Cantos redondos y medievales de madera de carro, avanza mi corazón. Tropiezo barro y piedras. En una intuición de otoño, rueda mi latido. Este carro no me tira para adelante sino que baja desbocado de madera rueca cantos redondos, ancestrales. Las sandalias y el barro frenan la inercia hacia el fondo frío. He visto rodar a mi corazón como una rueda ¿será de madera este rubí mío?

Llegada

Imagen
Vengo de los mares del sur, zarandeada por las corrientes de Tarifa, desbordada por el azote de poniente. Traigo las sogas del vendaval, el hilo fino de la resaca y la brisa. Por encima de todo, vengo. Llego destruida. Sobre mis mejillas la arena mojada, fría. Por mis andrajos adivinarás que antes conocí la dicha, pasión enmarañada que desemboca en desconsuelo. Llego molida por el viento y sé que merezco un leve descanso. Siento el lado cóncavo de la playa que me sostiene. El rugir de la tempestad sobrevenida. Grandes troncos de madera salada me hacen compañía. ¿Dije fría? estoy viva, eso es lo que importa. De la levedad al levantarse, ¿cuántos son los pasos?, ¿dónde están las fuerzas?, ¿cuáles son mis anclas?, ¿en qué cajón guardé mis velas? Levantarse Pina, levantarse. Levantarme en 8 tiempos, en 6, en 4, en 2, en 1. Alzarse sobre una misma como proceso. Vengo de los mares del sur, rastreada por las corrientes de Tarifa, desbordada por el azote de poniente. Traigo las sogas de la ve