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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Bausch

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Si soy Nelken , urban garten Rot es por ella. I.- Nelken, Madrid 1999. Claveles rojos abarrotan el escenario del Teatro Real, unos perros custodian el orden. Una mujer estilizada, con zapatos de aguja y acordeón, rompe con lo establecido. Oigo portazos de algún invitado que se indigna, ve insultos donde sólo hay expresión, arte. Sólo soy zapato, clavel, aullido. Tan zapato, tan clavel, tan sola, tan solo. II.- Café Muller (1972) - RESAD 1998 - Sus manos ternura, sus caídas desgarro. Mis lágrimas, olas de agua salada. Soy el espectador de Hable con ella; me desbordo. Es la fuerza; levantarse de nuevo aún sabiendo de la caída. Constancia perfecta, coreografía en bucle que nos concede la cima. Café Müller de sillas ausentes, paredes frías y puerta giratoria. Expectadora soy. De salitre y piedra actora. SOY. Se te caen los brazos, no soportas la ausencia, niegas la indolencia, te levantas, liebe Pina . III.- Flashback . Creta 2009 - Wuppertal 2001. Miro el mar entre curvas, seguimos b

The end of a bad nightmare

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La aguja atravesó el miedo, resurgió brillante. Venus observa mis puntadas, mientras, acicala las piedras al borde del agua. Firme olvido los ecos de urgencia, ahora juego con el ovillo de lo importante. Los estanques se hicieron ríos contemplo el azul intenso curva combada que diluye el horizonte. Aquí el mar, la orilla, las gotas de sal cubren mis manos mordidas. Hoy en la línea escurridiza donde las olas amasan la arena he encontrado la hebra de azul profundo, el camino ya, es puro bálsamo. Me pongo en pie, miro, camino. Sé que bailaré y la Bausch se vendrá conmigo. El ojo de la ostra brilla en la distancia y dentro de mí.

En la coqueta

A mí siempre me ha gustado la ropa por el suelo: paisajes alocados, sugerentes que aún hoy, me siguen encendiendo. Así cuando Miguel me convenció para subir a tomar una copa en su pisazo de Chamberí, me resistí algo, porque aunque a veces soltábamos las mismas frases, en otros momentos pensábamos radicalmente distinto. Eso fue lo que ocurrió, cuando descalza anduve por el pasillo de tarima para descubrir su estancia sepulcralmente definida. La luz de las farolas apenas entraba por el estor y se podía apreciar ese silencio propio del jardín japonés. Una vez que tomé la decisión de quitarme los zapatos, estaba dispuesta a desnudarle y lanzar su camisa, su cinturón, sus calcetines por los aires y, que el azar hiciera el resto. Ese orden cósmico que todo lo dispone en su justo lugar me volvía loca. Llegamos a un punto de fricción, o varios. Mientras jugaba con sus cordones, él rodaba por el suelo para colocar la camisa. Entonces, con un zapato en la mano me alcé como una diosa cabalgand

En el fondo del mar de la ciudad

En el fondo del mar de la ciudad están brillantes y sin embargo, pasan inadvertidos. Los transeúntes no los echan de menos, éstos oscilan con sus piernitas veloces y miran las agujas del reloj. Es probable que los niños no reparen en ellos, ni entiendan su utilidad. Podría ser ... ¿un cubo exclusivo para envases laminados de jamón? Tropiezo con una cabina y desprecio su incursión en la acera. ¿Qué utilidad tienen con tanto móvil urbano? Miro mis pies y vuelvo a darme cuenta de que me he olvidado, ¿cómo era el fondo del mar de mi ciudad? ¿Qué recuerdo de aquellas esponjas amarillas que tragaban deseos, facturas y contratos de la luz? Mi cabeza intenta reorientarse , ¿Dónde estaban? ¿Alguna vez los vi? Con el sobre en la mano paseo sin rumbo, me encuentro con cientos de cubiletes amarillos. Me digo: son meros contenedores de envases ¿Dónde estarán los buzones de correos con su nariz amarilla dispuesta a absorber todo papel que se acerque? Recupero fotografías de mi pasado. Sí, aquí e