El amor definicionista
Si el sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos acerca y retiene en virtud de sus propiedades físicas a otro cuerpo externo a sí mismo, o que lo absorbe dentro de sí y que, procurando una correspondencia mutua de una persona con otra en el movimiento afectivo hacia algo que apetece para alcanzar el grado de perfección espiritual en que el alma, desasida de toda criatura, se une con su Creador por la caridad, de suerte que solo aspira a cumplir en todo la voluntad divina, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear, se filtra como la sustancia cuyas moléculas están formadas por la combinación de un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, líquida, inodora, insípida e incolora, se filtra, repito, como el componente más abundante de la superficie terrestre y, más o menos puro, que forma la lluvia, las fuentes, los ríos y los mares; es decir, es parte constituyente de todos los organismos vivos y aparece en compuestos naturales entonces me conformo o avengo al intento o deseo de otra persona para obtener una consolidación de los labios de la herida del alma con aquello que tiene una extensión limitada, perceptible por los sentidos simplificada.
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