Un lugar para esta historia, la historia de ciertos lugares


Miró de nuevo todo el jardín de plástico heredado de su madre. Flores rojas, hojas verdes ...todo un sarpullido de polvo e ilusión de vida. Los geranios, claveles, gladiolos y siemprevivas recorrían los pasillos de la casa, las estanterías del baño, la cisterna, el fregadero de la cocina, los poyetes de las ventanas... Aquella alfombra de colores desgastados crecía con el paso de los días, ya no se podían ver los libros con tanta enredadera, eso sí, ahora se podía caminar descalzo gracias al cesped artificial. Volvió a mirar y pensó en la utilidad de aquella floresta inerte, estornudó. Era un regalo. Un guiño cuidado de su madre hacia él. El legado debería expandirse más allá del descansillo del portal. Le gustaría recuperar la vida de las pilistras de plástico.Toda esta floristería propia de los años 80 debería tener un sentido funcional 20 años más tarde. Lo tenían difícil competir con las flores luminosas e higiénicas de los salvapantallas del siglo XXI.

Abrió un libro y encontró lo que buscaba. Llamó a una amiga y juntos transformaron el coche verde jungla en tremenda y florida pompa fúnebre. En el camino los estornudos eran frecuentes, una buena señal para exorcizar todo lo retenido. Recorrieron curvas y cunetas, calcularon los lugares exactos y todas aquellas fosas comunes de nombres desdibujados por la desmemoria lucieron un tributo inesperado de enredaderas que no querían olvidar lo que allí aconteció. En todos esos lugares desvestidos y sin cruz crecieron bellas miosotis, florecillas azules conocidas con el nombre de MIOSOTIS, digo, no me olvides.


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