No había ningún radiador en la casa



Recibió un sobre con las llaves de la casa, acababa de entrar el invierno y había nevado. Decidió prescindir de equipaje e inaugurar su nuevo hogar. Cuando llegó, observó estremecida que no había ningún radiador en la casa. Fue al coche y trajo una manta de viaje. Sobre el colchón frío de la habitación glaciar le pesaba su decisión impulsiva. En su afán por vencer a las bajas temperaturas se puso las manoplas de calcetines y éstos de guantes con el fin de favorecer la circulación de la sangre. No dio resultado.

Abandonó la habitación iglú y se fue al salón nevera. Miraba la chimenea vacía, sin troncos, sin fuego. Cual indio arapahoe, decidió ponerse a saltar en círculo en torno a la mesa desnuda; sin flores, sin cena. El movimiento le hacía sentir mejor; empezó a cantar a Wakan Tanka y recordó el baile al sol. Las vibraciones corporales le devolvieron el contacto con la madre Tierra, que aunque nevada, algo de calor transmitía. ¿O tal vez la flama procedía de su propia energía y su deseo por acercarse al sol de agosto? Las neuronas se congelaban por minutos y tenía que salvarse cómo fuera haciendo uso de su ingenio.

La plaqueta de la cocina seguía siendo fría y hostil. Buscó el calor del horno. Cuando apenas había metido la cabeza en un intento de conseguir atemperar las estalactitas de sus orejas y de paso alisar su pelo, de repente, se sintió sorprendida, congelada. Se revolvió sobre sí misma dentro de la parrilla, sobrecogida. Escuchó cómo abrían la puerta de entrada, una luz de linterna le cegó. Al rato las sirenas dejaron de sonar. Levantó las manos, cómo había visto hacer en las películas, y sólo dijo: !no había ningún radiador en la casa!!

Comentarios

  1. Un relato inquietante. Tenemos a Leolo como peli común. He entrado a tu blog y me gusta. Voy a seguirlo..por cierto vi a Pina en BCN antes morir..ella, no yo. Y a Marisa Monte.

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  2. Estuve a punto de ir a ver a Pina de nuevo a Barcelona, pero al final se me escapó. Te dejo el post que le dediqué tras su marcha, por si te apetece leerlo.

    http://urbangarten.blogspot.com/2009_09_01_archive.html

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  3. Inquietante. Me ha venido a la memoria Silvia Plath, era inevitable.
    Afortunadamente las consecuencias son otras.
    Un beso, colega.
    Enrique

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