Abril de la República
Piernas de metralla en el porche de mi infancia. Boquetes de la guerra con algodón y las manos de mi madre. Abuelos y tíos lucían el hambre hablando del pan duro de la guerra. Batallas del Jarama, Brunete, la del Tajo a la altura de Aranjuez... Los años me borran las trincheras, los cosidos de la contienda, las despensas vacías y el estraperlo. Las huidas, los escondientes, los italianos que llegaron al pueblo, los primos que se marcharon a la Argentina. Cuando piensas que todo se acaba, que se pasó la página, el mundo se abre, se incendia, se inunda y vuelves a ver piernas con balas. ¿Cuál es el perfil del dolor humano?
Estamos en una guerra que aquí nos sabe a rutina televisiva sin heridas cercanas. Vivimos la paz con misiles que avanzan en buques insignia, se van las bombas de la madre patria. En las ciudades se quedan los metros, las colas por el abono transporte, los corazones solos de un Madrid que vive el desencuentro entre sus habitantes. Y cuando despertaron el dinosaurio estaba allí.
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