Las ojeras de Venus
Hace mucho tiempo, mucho antes del antes, Venus nos agasajaba los viernes con las ojeras del amor, y nos duraban todo el fin de semana.
No se recuerda bien, puede ser que fuera cosa de hace 10 ó 20 años, no mucho más. Cuentan que Venus se enredó una noche con Marte y quedó prendada de la fogosidad del planeta guerrero . Confundida por el deseo, decidió deslumbrar a todos. Ya no era suficiente ser el primer lucero del firmamento, quería ser la más destacada dentro del orden de las estrellas, con el fin de que Marte se mantuviera siempre cerca tras su estela de luz. Por esa razón, cambió la chispa de la mirada de sus criaturas por unos párpados eternamente caídos. Desde entonces , yo no sé si pasa igual en otras ciudades del mundo, pero en el metro de Madrid en el traqueteo del ir y venir se ven cómo las bolsas y ojerizas de Venus pasean los viernes a las 18.00 h por los vagones, sin dejar asiento libre de derrota. Uno tras otro, los viajeros tristones presentan unas sombras de un color moradito que tardan en desaparecer. Marte, se relame complacido, aunque insaciable. Venus se acuerda de su amigo Sísifo, pero sigue apagando miradas, su amor hacia Marte lo requiere.
Por acá, por las calles de los madriles, a las trabajadoras del sexo se les prohíbe pasear amando bajo pecado capital de multa municipal. Ahora las ojeras no parecen fruto del amor, ni siquiera del sexo frío, sino que proceden del cansancio laboral.
Algunos visten la extenuación venida a más, dependiendo de la hora de salida del trabajo. Contrastan esos ritmos taciturnos de sofá adelantado, con la energía adolescente de carmín a estrenar, pantaloncillos cortos y tacones de aguja que van. Que van y no piensan en volver. Van en el tren destino: parada la Buena Estrella, la litrona fresquita, los chicos por desenfundar. Contrastan las idas de los maquillajes encarnados con los ocres aterrados que vuelven.
Esta mañana el tren, de nuevo, se ha parado 10 minutos en la estación de San Bernardo, Venus contoneaba cansancios prematuros, ojeras primitivas, profundas, sin amor, con insuficiencia de cafeína. Micaela al salir tropezó en el andén con un perro y su sonrisa, por un instante, se hizo tierna. Sus ojos se encendieron. FIN No. 1.
APORTACIÓN ROSA NOVA
Ojeras de la guerra, ojeras del amor...
¿Y qué decir de las ojeras del pobre Sísifo, siempre luchando para conseguir el amor de Venus y siempre rechazado cuando ya creía haber alcanzado la cima con su pesada carga?
Esta mañana Sísifo se levantó con la moderna intención de romper con su mito. Venus le miró lánguidamente desde arriba animándole a subir. Sísifo bajo los ojos y dio media vuelta; unos ojos sin ojeras, señal de un sueño reparador, que no evitó, sin embargo, la caída de alguna lágrima.
Fin nº 2.
No se recuerda bien, puede ser que fuera cosa de hace 10 ó 20 años, no mucho más. Cuentan que Venus se enredó una noche con Marte y quedó prendada de la fogosidad del planeta guerrero . Confundida por el deseo, decidió deslumbrar a todos. Ya no era suficiente ser el primer lucero del firmamento, quería ser la más destacada dentro del orden de las estrellas, con el fin de que Marte se mantuviera siempre cerca tras su estela de luz. Por esa razón, cambió la chispa de la mirada de sus criaturas por unos párpados eternamente caídos. Desde entonces , yo no sé si pasa igual en otras ciudades del mundo, pero en el metro de Madrid en el traqueteo del ir y venir se ven cómo las bolsas y ojerizas de Venus pasean los viernes a las 18.00 h por los vagones, sin dejar asiento libre de derrota. Uno tras otro, los viajeros tristones presentan unas sombras de un color moradito que tardan en desaparecer. Marte, se relame complacido, aunque insaciable. Venus se acuerda de su amigo Sísifo, pero sigue apagando miradas, su amor hacia Marte lo requiere.
Por acá, por las calles de los madriles, a las trabajadoras del sexo se les prohíbe pasear amando bajo pecado capital de multa municipal. Ahora las ojeras no parecen fruto del amor, ni siquiera del sexo frío, sino que proceden del cansancio laboral.
Algunos visten la extenuación venida a más, dependiendo de la hora de salida del trabajo. Contrastan esos ritmos taciturnos de sofá adelantado, con la energía adolescente de carmín a estrenar, pantaloncillos cortos y tacones de aguja que van. Que van y no piensan en volver. Van en el tren destino: parada la Buena Estrella, la litrona fresquita, los chicos por desenfundar. Contrastan las idas de los maquillajes encarnados con los ocres aterrados que vuelven.
Esta mañana el tren, de nuevo, se ha parado 10 minutos en la estación de San Bernardo, Venus contoneaba cansancios prematuros, ojeras primitivas, profundas, sin amor, con insuficiencia de cafeína. Micaela al salir tropezó en el andén con un perro y su sonrisa, por un instante, se hizo tierna. Sus ojos se encendieron. FIN No. 1.
APORTACIÓN ROSA NOVA
Ojeras de la guerra, ojeras del amor...
¿Y qué decir de las ojeras del pobre Sísifo, siempre luchando para conseguir el amor de Venus y siempre rechazado cuando ya creía haber alcanzado la cima con su pesada carga?
Esta mañana Sísifo se levantó con la moderna intención de romper con su mito. Venus le miró lánguidamente desde arriba animándole a subir. Sísifo bajo los ojos y dio media vuelta; unos ojos sin ojeras, señal de un sueño reparador, que no evitó, sin embargo, la caída de alguna lágrima.
Fin nº 2.
APORTACIÓN CHUS -- EN BARBECHO CREATIVO (lidiando con los fuegos de Prometeo que no quieren apagarse) --- FIN No 3. RESERVADO.
Y como los grandes momentos, todo llega:
Tengo que confesar que en un principio, en lugar de “las ojeras de Venus”, había leído “Las orejas de Venus” Y ese error en mi lectura era un preludio de este final nº3 porque:
Venus, que últimamente había estado ocupada en dibujar ojeras, empezó a escuchar: empezó a percibir todo cuanto le rodeaba, aquí, cerca, en casa, no en las lejanías invisibles de Marte. Empezó a observar un perrillo y una mirada tierna que lo contemplaba, escuchó también el valvuceo de un niño que desde su sillita trataba de pronunciar sus primeras palabras, escuchó la risas de unos jóvenes desconocidos. Todos sus sentidos empezaron a despertar, no sólo los oídos. Al salir del metro comenzó a llover y con gran goce pudo ver, oler, sentir la lluvia.
Es así cómo Venus pasó de quedar deslumbrada por el lejano Marte a quedar alumbrada por esta Tierra y cada uno de los seres cercanos. Entre esos seres estaban los portadores de ojeras, que desde entonces recuperaron la chispa en su mirada, pues a Venus le pareció que eran más hermosos así. Estos seres también transformaron sus ojeras por orejas, porque siempre, cuando se está más despierto, se perciben mejor las cosas que nos rodean.
Chus
FIN No. 3
Tengo que confesar que en un principio, en lugar de “las ojeras de Venus”, había leído “Las orejas de Venus” Y ese error en mi lectura era un preludio de este final nº3 porque:
Venus, que últimamente había estado ocupada en dibujar ojeras, empezó a escuchar: empezó a percibir todo cuanto le rodeaba, aquí, cerca, en casa, no en las lejanías invisibles de Marte. Empezó a observar un perrillo y una mirada tierna que lo contemplaba, escuchó también el valvuceo de un niño que desde su sillita trataba de pronunciar sus primeras palabras, escuchó la risas de unos jóvenes desconocidos. Todos sus sentidos empezaron a despertar, no sólo los oídos. Al salir del metro comenzó a llover y con gran goce pudo ver, oler, sentir la lluvia.
Es así cómo Venus pasó de quedar deslumbrada por el lejano Marte a quedar alumbrada por esta Tierra y cada uno de los seres cercanos. Entre esos seres estaban los portadores de ojeras, que desde entonces recuperaron la chispa en su mirada, pues a Venus le pareció que eran más hermosos así. Estos seres también transformaron sus ojeras por orejas, porque siempre, cuando se está más despierto, se perciben mejor las cosas que nos rodean.
Chus
FIN No. 3
APORTACIÓN PATRICIA RÍO DE LA PLATA (no funcionaba la tecla de comentarios y utilizamos el conocido copia y pega por mail)
Pero las ojeras de Venus esa mañana respondían a otra cosa. Había entendido que esa fue la última noche que deslumbró a todos. No daba crédito a lo que había descubierto: era ella la única fuente de amor posible. Lentamente en los párpados caídos comenzó a vislumbrarse una pequeña luz y para la noche siguiente, el metro de Madrid y toda Madrid nuevamente estaban llenos de chispas, luces y colores.
FIN No 4
APORTACIÓN NELKEN EMOCIONADA:
Al seguir subiendo por las escaleras metálicas, Nelken agarró por sorpresa a Venus y le dijo: pero mujer para qué quieres una luz lejana que te hiere y roba tu esencia. No te das cuenta que la luz de tus amigos es mucho más profunda y bella, aunque a veces te parezca invisible. La amistad como estos finales, nutren y los Martes de turno destruyen hoy gracias a la promesa de una mañana que nunca llega. Fíjate en el pobre Sisífo: qué sin vivir.
Hacía rato que Micaela había salido de la estación de Banco de España, decidió cruzar por arriba y ver a la Cibeles. Antes de llegar a Neptuno caminaba con una sonrisa tonta y, gracias a los 10 minutos de retraso en el metro, se encontró con un viejo amigo de la adolescencia. Sus miradas brillaron al cruzarse. Venus decidió escribir una carta a Marte.
FIN No. 5
EPÍLOGO
Habrá que rescatar a Venus de su atracción fatal hacia el planeta equivocado; contarle que en territorios como Urbangarten la estrellas brillan con otras luces, como la de mujeres como Alfonsina Storni, que dedicó su sensibilidad al mar, a su hijo, al poder de lo colectivo.
Nelken tiene un sueño: sería que entre todos los lectores de urbangarten encontremos argumentos para convencer a Venus de que el origen de las ojeras sea en exclusiva territorio de Cúpido y el amor y no de Marte y las batallas en el campo laboral. Anímate y escribe la continuación de este cuento. Crea otro final. Feel free to use el apartado de comentarios, que para eso está.
Dedicado a Jaime Riascos, el gran cuentero de la ciudad colombiana de Cali, que nos trajo a Madrid en 1996 el maravilloso cuento de Las virtudes y los defectos.
Ojeras de la guerra, ojeras del amor...
ResponderEliminar¿Y qué decir de las ojeras del pobre Sísifo, siempre luchando para conseguir el amor de Venus y siempre rechazado cuando ya creía haber alcanzado la cima con su pesada carga?
Esta mañana Sísifo se levantó con la moderna intención de romper con su mito. Venus le miró lánguidamente desde arriba animándole a subir. Sísifo bajo los ojos y dio media vuelta; unos ojos sin ojeras, señal de un sueño reparador, que no evitó, sin embargo, la caída de alguna lágrima.
Fin nº 2.
he leido que vives en la calle de nombre ingles y que un dia beberemos vodka y que eres feliz y eso llena mi corazon de alegria§§§
ResponderEliminarcomo un poni libre por las praderas
Sí darling, el vodka también ayuda a eliminar ojeras. ¿Acaso has visto alguna Matriuska con ojeras? Muakales de Venus para ese poni galopante
ResponderEliminarTengo que confesar que en un principio, en lugar de “las ojeras de Venus”, había leído “Las orejas de Venus” Y ese error en mi lectura era un preludio de este final nº3 porque:
ResponderEliminarVenus, que ultimamente había estado ocupada en dibujar ojeras, empezó a escuchar, empezo a percibir todo cuanto le rodeaba, aquí, cerca, en casa, no en las lejanías invisibles de Marte. Empezo a observar un perrillo y una mirada tierna que lo contemoplaba, escucho también el valvuceo de un niño que desde su sillita traba de pronunciar sus primeras palabras, escucho la risas de unos jóvenes desconocidos. Todos sus sentiros empezaron a despertar, no solo los oidos. Al salir del metro comenzó a llover y con gran goce pudo ver, oler, sentir esa lluvia.
Es así como Venus pasó de quedar deslumbrada por el lejano Marte a quedar alumbrada por esta Tierra y cada uno de los seres cercanos. Entre esos seres estaban los portadores de ojeras, que desde entonces recuperaron la chispa en su mirada, pues a Venus le pareció que eran más hermosos así. Estos seres tambien transformaron sus ojeras por orejas, porque siempre, cuando se esta más despierto, se perciben mejor las cosas que nos rodean.
Chus