Cámara fija



Tengo una cascada con viento, un autobús que ruge y perros que ladran a lo lejos. Busco a los emisores del sonido perro y los encuentro impacientes, sosteniendo el tiempo de un semáforo que demora el paso, el frenazo a la aventura de seguir avanzando, por fin están en la calle, es sábado y hace sol.

La fuente sucede círculos, caídas de agua dispersa, aspersores de vida. El círculo y la esfera comban la feliz actividad de una mañana de compras. El estanque de agua en movimiento gira como surtidor de destinos, este y oeste suceden al giro inclinado a la derecha o el siga usted de frente. Confluyen en esta encrucijada el paso aletargado de una anciana, con abrigo en primavera, con el regetón veloz del coche del adolescente alocado. Esta primavera estornuda frenazos y paradas, acelerones y saludos.

Diviso por el sur los andares ligeros de un fumador desalojado, la calle gira en torno a un viento fresco de benceno y sábado. A lo lejos y por el Oeste retoma la marcha un camión del Canal de Isabel II, son tres los que viajan en la cabina, alegres y visibles con sus chalecos reflectantes, disfrutando de la altura y el movimiento, avanzan bordeando el surtidor de agua y giran hacia la derecha, quedan de fondo los contenedores amarillos.

Una furgoneta familiar 5 puertas irrumpe en la línea de contenedores verdes. Baja la mujer sin abrigo y con el monedero en la mano, el marido la espera sin apagar el motor, con la ventanilla abierta, fuma. El regetón inicia su camino de vuelta hacia no se sabe qué fiesta. El estanco está abierto y el fumador surtido de variedades de papel y hierba sale de la glorieta de la vida dejando un rastro de humo que se difumina con la luz del sol.

Una niña con zapatos pequeños lleva una pelota de tenis en la mano, marca el andar tranquilo del hombre que porta la bolsa de plástico en una mano, y agarra con la otra a la bolita que anda con ternura y paciencia. Su jersey de rayas gruesas, de color verde intenso, verde claro, me comunica que la primavera se ha adelantado, y por lo que oigo, la ladran hasta los perros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tirar

El gimnasio de los rotos ya está en librerías. Guía de lectura y reseña de Leonardo Reyes Jiménez

Las cenizas de Max, mi abuela