En un día de lluvia: Homenaje a Oliverio Girondo II


Me importa un pepino que la poesía sea científica, adiestrada, o clasista; con un verso claro o con un endecasílabo en sexta. 
Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezca escrita en papel con olor a rosas, o en un post con hedor a cloaca de suburbio y mala lluvia. 


Soy perfectamente capaz de devorar poemas experimentales, matemáticos, gráficos, acústicos, destruidos o reciclables; poemas que espantarían a una legión de críticos y jurados con corbata, gafas de intelectual, y 10.000 horas de lectura. 

¡Pero eso sí! - y en esto soy irreductible, no perdono a ningún poema, bajo ningún pretexto, que se deje etiquetar en el blog de los estudios científicos, y declare en la frontera qué es ficción, y qué es realidad.

Si el poema se olvida de espejunar, reduplimir, y reduplicarse, su madre, su padre, su padrino y su agente editorial pierden el tiempo conmigo. No insistan, no lo voy a comprar, ni almacenar en mis estanterías. No lo leeré, ni aunque me lo regalen. Lo mío, es otra literatura. Vuelo.


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