Negación




                                                              Hay golpes tan fuertes en la vida, yo no sé.
                                                                        César Vallejo


Se ha caído. 

Se ha derramado.
Se ha roto el vaso de leche
que contenía al miedo.

Todo asusta.

Pronunciar la palabra muerte, 
escribir amor y temblar ante sus sílabas.
Desconocida noche
ahora todo asusta. 

La jaula se ha vuelto pájaro 

Alejandra 
¿Qué hacemos con tanto miedo?
Recuérdame el camino para hacerlo pequeño. 


Caen bombas en Gaza y sin nombrar

se cuentan a los muertos.
Mi amiga Mercy del Perú cuenta las ausencias
27 muertos queridos, esa es su herida.
Saco mi mano y con mis dedos llego a 5 nombres
5 roles cercanos, 5 afectos, 5 lazos invisibles.
Lo importante es invisible a los ojos
Principito. Todo asusta, cuando está más cerca,
asusta.

Se me ha disparado el pánico.

Y aquí no hay rosa ni belleza que detenga
la rotura de la presa.
Todo asusta, Gloria, todo.

Y se entrecruza la alegría de vivir

con la cara de pasmo ante los buitres.
Grito que se vayan
que se vayan lejos. Go home, pájaro  negro.
Go home.
La niña se esconde bajo la cama
por hacer compañía al miedo de la abuela
y la mujer que fue niña sin miedo
no sabe ser adulta.
Se pregunta dónde esconderse ahora, ¿dónde?
¿Dón de la manta que abriga al miedo y lo reduce?
¿Dón del abrazo?, ¿dón de las risas?

Se ha derramado la leche tibia.
Pandora,
el veneno líquido  llamado miedo
se desliza por todo el suelo de la cocina.
La nevera llora,
las fechas de caducidad de los yogures lloran.
Miedo
a perder a la madre. El penúltimo eslabón de la cadena.


¿Qué hacer con el alimento?
La luz sin aire.
Mirar a una pared y temblar,
despertarse con una única palabra
no querer pronunciarla.
No saber del sabor ácido del vacío.
Recordarlo y no querer saber.


La ruptura definitiva del cordón
se nos ha roto de la muerte la placenta
sin querer
antes de tiempo.
Por segunda vez, antes de tiempo.
Grito serena,
¿Por qué tan pronto? 

Todo asusta y se me atraganta la jaula

el auténtico vacío se derrama:
por las calles, por los sueños, por ciudades,
por las cartas que ya no escribo....

La cocina es un charco descongelado,
el miedo ya no es hielo
se vierte como oro líquido
del vaso roto hasta el pasillo.
La leche sin azúcar
me cubre hasta las rodillas.

Me siento sobre la silla fría en verano

abro la boca y un reguero de saliva
fluye hasta los pies.
Tan solo las nubes parecen contener
el algodón para tanta herida. 
Abro la ventana
y leo nube tu paso, temblando.

Comentarios

  1. ¡Qué difícil contener el miedo! ¡Qué difícil devolverlo al recipiente primigenio! Felicidades por este poema tan genuino como tú.
    Un beso

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Tirar

El gimnasio de los rotos ya está en librerías. Guía de lectura y reseña de Leonardo Reyes Jiménez

Las cenizas de Max, mi abuela