Llegando al mediodía
No perdonéis a esta zíngara nómada
que viaja en una misma ciudad
rodando con maletas
molinillos de café azules
y sueños que se enredan en las ramas de los árboles.
No perdonéis a esta mujer transeúnte
que añora las raíces de los pájaros
que desconoce la palabra quietud
y su calma se reduce
a una bañera repleta de agua caliente y sal.
Sonreíd a estos rizos rojos
de corazón alegre y despierto
a sus manos que todo lo dibujan
y el aire se lo lleva lejos.
Sonreíd a su sonrisa sincera
de verbo azul y silencio roto
que sueña con ser gata y pantera
en un constante chocolomo.
Vivir,
ser estela y polvo
palabra y luz,
y en una ráfaga
ser estela y polvo
palabra y luz,
y en una ráfaga
prender el fuego de mi corazón mordido.
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