Diario de cerezas
--> Se han caído demasiado rápido las hojas del cerezo. ¿O será el tiempo que se hundió por el hueco cóncavo del reloj de arena? Sólo quedan un par de ramas vestidas de amarillo y brochazos desnutridos de bermellón. Son las que miran al este, las que saludan al sol frío de finales de noviembre, las hojas que mantienen viva la pulpa de mi corazón. Echo de menos a Pelujo, al viento gélido y mojado de Glasgow, a las cuestas resbaladizas y la tempestad de Shakespeare. Esta vida desde la ventana desnudándose reposando lo que fue abundancia sobre la tierra jugosa, húmeda. Esta vida pequeña que contiene todas las mañanas del invierno que patalea, codea que se resiste y dice no a la estrechez. E ste deseo mío de mejorar la fuerza de gravedad de levantar las puertas de abrir murallas de correr a favor de pisar en contra de las hormigas que se lo llevaron todo. Me choco contra el cristal y tintinean las hojas rojizas de l fin...