El secreto de la luna grande
Dedicado a Silvia Cuevas-Morales y Eusebio que adivinaron dónde estaba de vacaciones en una escapada pre-otoñal. 2º Premio cuento de la UAM 2017 Vera Moreno La señora Brígida tenía una verruga en la cara: por ahí le entraban y le salían los muertos. A su marido le mataron después de la guerra, cuando volvía a su pueblo a ver a los suyos porque decía, pensaba, que él no había hecho nada malo. Dicen que fue por donde las eras, pero no fue ningún Valdeverdejo, sino de Torrico, de la raíz misma de su pueblo. Le trincaron con un tridente afilado de madera, y no separaron el trigo de la paja, sino que le entraron por las vísceras y la punta del tenedor gigante vio el sol a través de su costado. Un hilillo, que se encauzó en reguero de sangre, quedó tras sus pasos. Cuando alcanzó a su padre dijo: me han reventao por dentro, padre. Cosía la señora Brígida, cosía y cosía para sacar adelante a su familia desmembrada: lagartera, mi niña, lagartera. Con manos de plata y ojos de barro co...