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Mostrando entradas de febrero, 2010

La falta

Mis pies resbalan jugosos por las piedras del río. Cada canto rodado es una aventura del tiempo. Decidir el camino es cantar en cada salto. Cruzar a la otra orilla es la meta. Miro mi ombligo con asombro, no recordaba haberlo dejado ahí: subir y bajar, entrar y salir del agua. Los músculos se alteran. Son tantas las raíces que se estiran por debajo del agua. Son tantas las dudas que me impiden dar el gran salto. La orilla. Hoy estoy en el centro de la nada. Guardo el rumbo en el bolsillo, el reloj me atrasa. El cielo observa el reflejo de las hojas de los árboles sobre el agua crespa, siento el peso del vestido de piedra de Virginia Woolf. En este río sin vacas, quedo inmóvil, lloro-río a cada paso. Esta mañana desayuné dudas y merendé nubes. Ahora no entiendo a mis pies que balbucean blancos al ras de la corriente. Al otro lado, la orilla.

Ámame indómita y rebelde

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La identidad nace con el no. Circula por mis límites, acepta mis negativas que... poco tienen que ver contigo. No personalices mis caminos de púas, mis dientes afilados. Hoy quiero sacar mis lagartijas, mis cabras, mi ira desproporcionada. Aléjate por un rato y vuelve. Ámame indómita y rebelde, mis pies bordean el acantilado, juegan al vértigo. Mis alas me protegen. Soy de piedra, madera y vino: cuando me siento roca no me quieras arena, cuando soy bambú no me digas cómo lo harías tú. Cuando vino soy, escuchemos las cascadas que rompen la gravedad de los hechos. Ámame indómita y rebelde.

Solos quedan

Quedan. Sólo quedan los solos los que ya antes no eran nadie. Ahora son sólo uno de familias que comen vacío, y nada. Sólo queda el roto ... solo. La luna menguante es una gigantesca pala. Los otros, duermen bajo los escombros en colchones de yeso y lana.

Dibujo vikingos

Como cuando estábamos en clase de dibujo y tú, sobre un coche afuera mirabas al sol. Y también, mi sonrisa.